miércoles, 23 de junio de 2010


¡QUEREMOS VIVIR EN PAZ!
Nuestra sociedad está enferma. La lucha de unos contra otros (ya sea mujeres y hombres, hijos y padres, jefes y empleados, políticos de uno u otro signo) no es más que un reflejo de la lucha que vivimos en nuestro propio interior. Sin embargo, todos queremos sentirnos bien con nosotros mismos. Necesitamos vivir en paz. Buscamos ser felices en cada cosa que hacemos, ya sea tumbarnos en la playa, comprar y consumir, ir de cañas, leer un libro o hacer el amor. ¿Por qué no lo conseguimos? ¿Qué más podemos hacer?
Este blog no tiene la respuesta, pero sí la inquietud de indagar, profundizar e informar sobre aquellos temas que nos acerquen a nuestra esencia pacífica, a buscar dentro de nosotros mismos en lugar de fuera. Porque la paz es ausencia de lucha interior, y el único camino para acceder a ella es ampliar la conciencia individual. ¿Te apuntas? Estás invitado a participar, opinando sobre los artículos publicados o sobre lo que te interese relacionado con la psicología, el crecimiento personal y la espiritualidad. Gracias de antemano.

martes, 22 de junio de 2010

LA LIBERTAD


LA LIBERTAD
de superar una adicción


Un adicto es un buscador que ha tomado un camino equivocado. Y que puede recuperar su libertad en un precioso viaje de vuelta a sí mismo.


Por María Campos

¿Sientes que alguna adicción te impide disfrutar plenamente de la vida? La auténtica libertad consiste en no necesitar el alcohol o las drogas, una pareja afectiva o sexual, un festín de alimentos o un hábito repetitivo para poder llevar una vida gozosa y plena.

El viaje más importante que cualquier persona puede emprender es el que le lleva al interior de sí misma. Un viaje de autodescubrimiento que puede resultar muy eficaz para liberarse de un comportamiento adictivo, porque en él podemos aprender a dejar de ser esclavos de nuestros deseos para, por fin, empezar a disfrutar de la calma de cada momento.

Una definición de adicción
Adicción es el hábito de quien se deja dominar por algo externo a él mismo. La provoca un impulso que nos lleva a hacer algo que nos perjudica, o que es contrario a nuestra esencia, con el objetivo de sedar o controlar el malestar que sentimos.
Drogas legales o ilegales, amores, juegos, compras o comida pueden llevarnos a distanciarnos de nosotros mismos cuando dependemos de ellos para sentirnos bien. Este distanciamiento se manifiesta a través de la separación con nuestro auténtico "yo", al que dejamos de escuchar. Y como no puede ser de otra forma, la autonegación nos lleva a sentirnos mal con nosotros mismos y a enfadarnos con el mundo, lo que poco a poco va alimentando la espiral adictiva. La adicción nos conduce a la separación, a la desunión, y, lo que es lo mismo, a la infelicidad.

De Roma al siglo XXI
En la antigua Roma se llamaba addictus al ciudadano al que el juez adjudicaba como esclavo a su acreedor por no tener ninguna posesión material con la que pagar sus deudas. Era, pues, el esclavo por deudas. Pero, ¿cuál es la deuda de quienes hoy sufren una adicción? Hay muchas interpretaciones y una única solución definitiva: mirar hacia dentro, volver a uno mismo. Porque sólo cuando activamos el poder de nuestro ser interior, la deuda con el exterior desaparece.

Buscar dentro de uno mismo
Un adicto es un buscador que ha tomado un camino equivocado. Se ha puesto a buscar en el exterior la felicidad que sólo puede encontrar en su interior. Ocurre a menudo: las personas que desean un cambio emocional y no saben cómo generarlo desde su interior, buscan fuera. El objetivo es siempre el mismo: la felicidad y la paz. Podemos buscar consuelo en la meditación, en los brazos de un amante, en un cigarro o en un cubata; la intención es la misma. Adoptamos aquellos comportamientos que alivian nuestra ansiedad y nos hacen sentir más a gusto con nosotros mismos.
Sin embargo, antes o depués, el buscador tiene que desandar lo andado para poder continuar su camino de vida. Porque no hay paz mental posible cuando lo nuestro, lo que somos, no nos basta para vivir. Cuando no somos capaces de reconocer nuestra valía interior, nos convertimos en esclavos de nuestros deseos.

Una personalidad dependiente no te define
Los rasgos que definen una personalidad dependiente comienzan a manifestarse al principio de la edad adulta: temores a la soledad y a la separación, evasión de la responsabilidad, miedo a no saber cuidarse, a tomar decisiones y a expresar desacuerdo con los demás... Pero ¿son definitivos o pueden modificarse?
Conviene tener claro que un tipo de personalidad no nos define ni tiene por qué condicionar nuestra vida, si nos damos cuenta de que se trata sólo de un programa mental, instalado a lo largo de nuestra vida, sí, pero que no define todo lo que somos en realidad. Como hojas secas, estos rasgos de la personalidad pueden secarse y caer con el tiempo. Y quizás broten otros nuevos si nos ocupamos de regarlos como conviene.
Todos podemos crearnos a nosotros mismos de nuevo. Tenemos la capacidad suficiente para deshacernos de la autoimagen que teníamos y a la que estábamos acostumbrados, pero que ya no sirve. Podemos ampliar nuestra perspectiva mental, aprender fórmulas nuevas, volver a florecer. Veamos cómo empezar.

Fuera la máscara
¿Por qué surge un hábito que luego se convierte en adicción? ¿Qué beneficios nos reporta? ¿Cuál es su intención positiva? Quizás nos permite mostrarnos ante los demás como una persona divertida, desinhibida, exitosa, alegre, pasota, ingeniosa, rebelde, seductora... Son muchas las máscaras a las que recurrimos para relacionarnos con los demás, para lograr ser aceptados y pertenecer a un grupo, una de las necesidades más fuertes que surgen en la adolescencia.
En esta época en la que comienzan a gestarse la mayoría de las adicciones, lo que nos mueve es huir del rechazo; porque, tal y como explica Joan Garriga en Vivir en el alma (Gestalt), "todo rechazo significa falta de amor, y toda falta de amor provoca malestar y sufrimiento". Gracias a nuestra máscara podemos esconder la timidez, camuflar el miedo, atrevernos a establecer una relación amistosa o sexual... En definitiva, tapar aquellos aspectos sobre los que nos sentimos inseguros, que no nos gustan o que nos hacen sufrir.
Pero llega un momento en la vida en que tenemos que reconocer que la adicción es también una máscara (o sostiene varias) que cumplió su función durante un tiempo, y atrevernos a quitárnosla, a iniciar el camino de la liberación.

Lo que pretendes ser
y lo que eres en realidad

Es necesario liberarnos del apego que tenemos a una identidad prefabricada, para poder, poco a poco, hacernos conscientes de lo que somos en realidad. Como explica Michael Brown (El poder de la presencia. Obelisco), se trata de ir de la pretensión a la presencia, de intentar conectarnos conscientemente con ese aspecto de nuestro ser que siempre está presente, que siempre se mantiene constante. Es decir, con nuestro ser esencial, en lugar de intentar convertirnos en alguien que no somos. Una vez más, se trata de desandar lo andado. Porque la meta no es cambiar, sino descubrir quién es uno en realidad.

Para ganar libertad
1 Reconocer la adicción y rendirte ante ella. Hacerte consciente de las máscaras que has utilizado para protegerte del dolor o para acercarte al amor (establecer relaciones de amistad, pareja, sexo).
2 Aceptarla. Ver que toda adicción tiene un propósito: hacerte reaccionar, darte un mensaje, sacudirte. Y ser consecuente con tus limitaciones físicas y psíquicas hoy.
3 Entender tu conducta. Son tus pensamientos los que te llevan a actuar de forma compulsiva. Conviene entender la programación a la que tu mente ha sido sometida a lo largo de toda tu vida (creencias, deseos, expectativas...).
4 Perdonar a los padres, a las personas que te han educado, a las parejas que te han hecho daño...
5 Sanar al niño interior que casi siempre permanece herido y asustado, o se siente débil y vulnerable.
6 Admitir la propia responsabilidad de cómo es ahora tu vida y cómo va a ser a partir de ahora.
7 Reconocer tus capacidades para reinvertarte. Cambiar la posición de víctima por la de héroe.
8 Decidir ser libre y comprometerte a crear una vida feliz siendo comprensivo y paciente contigo mismo.
9 Vivir el presente aprendiendo a desarrollar la atención plena.
10 Conectar con el ser interior practicando la meditación a diario.
11 Aceptar el dolor como parte de la vida, e integrarlo sin evadirte.
12 Conectar con el sentido de tu propia vida. Buscar la unidad humana a través de la ayuda a otros.

viernes, 28 de mayo de 2010



ENTREVISTA/
JORGE CARVAJAL:

"LA AUTENTICIDAD NOS HACE SER FELICES"

Por: María Campos Olivas

Conocí a Jorge Carvajal durante el Primer Foro Humano Europeo, que se celebró en Barcelona hace un par de años. Allí tuve la suerte de entrevistarle y su sabiduría aún resuena en mi interior, por eso quiero compartirla contigo...


Cirujano de almas, sanador espiritual, médico auténtico que escucha a sus pacientes con el corazón y que cura no sólo al cuerpo, sino también al Ser. Jorge Carvajal lleva 20 años de investigación médica, que complementa con su particular filosofía de la vida, para ayudarnos a reencontrar nuestra verdadera identidad y recuperar nuestra salud, que es la salud de la humanidad.

¿Qué es la enfermedad?
Jorge Carvajal: Es un maestro, una oportunidad para organizar una armonía superior en nuestra propia vida, a nivel físico, emocional, mental y espiritual.

¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?
El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende. En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.

¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?

Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas. El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.

¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar. Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.

¿Cómo nos afecta la ira?
La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico...


¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?

La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.

¿La alegría suaviza el ánimo?
Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.

¿Y la tristeza?
La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.


¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?

Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.

¡Qué difícil!
Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.

¿Cómo prevenir la enfermedad?
Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.

¿Y si aparece la enfermedad?
Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krisnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida.

Cada vez más personas sufren ansiedad…
La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire... Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.

¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera. La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el “debería ser”, y no somos ni lo uno ni lo otro.

El estrés es otro de los males de nuestra época…
El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar.
Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie. El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.

¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior. Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.

¿Qué es para usted la felicidad?
Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.

¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.

¿Tan confundidos estamos, en su opinión?
Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.

¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora. El amor es magnifico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil.

Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama…
Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor… pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad.

Pero a veces nos sentimos atados a un amor…
Si el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego, Ese es el amor impersonal,que produce luz y calor.

¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
Solamente la verdad. Confia en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti.

La clave entonces es amarse a uno mismo.
Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.

Publicada en Psicología Práctica nº 118.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Conocerse a uno mismo


¿Qué tal te llevas con tu personalidad? ¿Sabrías decir cómo eres? ¿Estás satisfecho con lo que haces con tu vida? ¿o sueles criticarte a ti mismo? El primer paso para lograr una vida plena y satisfactoria es conocerse a uno mismo, indagar en las ideas, creencias y valores que nos definen, hacerse consciente de los programas mentales que aprendimos desde niños y que, quizá, hoy ya nos nos sirven. En definitiva, mirarse, renovarse y amarse.
Si te interesa, en este blog iremos dando algunas pistas para contribuir al desarrollo integral de nuestra personalidad. Porque como reza el Oráculo de Delfos, "Conocerte a ti mismo es conocer a Dios".

martes, 25 de mayo de 2010

Camino a la felicidad


Este blog es un granito de arena que tiene el objetivo de ayudar a ampliar conciencia, o lo que es lo mismo, invitar a quien lo lea a la reflexión, a la búsqueda interior, al autoconocimiento... En definitiva, al crecimiento tanto personal como espiritual, para ampliar entre todos el camino que conduce a la felicidad.