martes, 22 de junio de 2010

LA LIBERTAD


LA LIBERTAD
de superar una adicción


Un adicto es un buscador que ha tomado un camino equivocado. Y que puede recuperar su libertad en un precioso viaje de vuelta a sí mismo.


Por María Campos

¿Sientes que alguna adicción te impide disfrutar plenamente de la vida? La auténtica libertad consiste en no necesitar el alcohol o las drogas, una pareja afectiva o sexual, un festín de alimentos o un hábito repetitivo para poder llevar una vida gozosa y plena.

El viaje más importante que cualquier persona puede emprender es el que le lleva al interior de sí misma. Un viaje de autodescubrimiento que puede resultar muy eficaz para liberarse de un comportamiento adictivo, porque en él podemos aprender a dejar de ser esclavos de nuestros deseos para, por fin, empezar a disfrutar de la calma de cada momento.

Una definición de adicción
Adicción es el hábito de quien se deja dominar por algo externo a él mismo. La provoca un impulso que nos lleva a hacer algo que nos perjudica, o que es contrario a nuestra esencia, con el objetivo de sedar o controlar el malestar que sentimos.
Drogas legales o ilegales, amores, juegos, compras o comida pueden llevarnos a distanciarnos de nosotros mismos cuando dependemos de ellos para sentirnos bien. Este distanciamiento se manifiesta a través de la separación con nuestro auténtico "yo", al que dejamos de escuchar. Y como no puede ser de otra forma, la autonegación nos lleva a sentirnos mal con nosotros mismos y a enfadarnos con el mundo, lo que poco a poco va alimentando la espiral adictiva. La adicción nos conduce a la separación, a la desunión, y, lo que es lo mismo, a la infelicidad.

De Roma al siglo XXI
En la antigua Roma se llamaba addictus al ciudadano al que el juez adjudicaba como esclavo a su acreedor por no tener ninguna posesión material con la que pagar sus deudas. Era, pues, el esclavo por deudas. Pero, ¿cuál es la deuda de quienes hoy sufren una adicción? Hay muchas interpretaciones y una única solución definitiva: mirar hacia dentro, volver a uno mismo. Porque sólo cuando activamos el poder de nuestro ser interior, la deuda con el exterior desaparece.

Buscar dentro de uno mismo
Un adicto es un buscador que ha tomado un camino equivocado. Se ha puesto a buscar en el exterior la felicidad que sólo puede encontrar en su interior. Ocurre a menudo: las personas que desean un cambio emocional y no saben cómo generarlo desde su interior, buscan fuera. El objetivo es siempre el mismo: la felicidad y la paz. Podemos buscar consuelo en la meditación, en los brazos de un amante, en un cigarro o en un cubata; la intención es la misma. Adoptamos aquellos comportamientos que alivian nuestra ansiedad y nos hacen sentir más a gusto con nosotros mismos.
Sin embargo, antes o depués, el buscador tiene que desandar lo andado para poder continuar su camino de vida. Porque no hay paz mental posible cuando lo nuestro, lo que somos, no nos basta para vivir. Cuando no somos capaces de reconocer nuestra valía interior, nos convertimos en esclavos de nuestros deseos.

Una personalidad dependiente no te define
Los rasgos que definen una personalidad dependiente comienzan a manifestarse al principio de la edad adulta: temores a la soledad y a la separación, evasión de la responsabilidad, miedo a no saber cuidarse, a tomar decisiones y a expresar desacuerdo con los demás... Pero ¿son definitivos o pueden modificarse?
Conviene tener claro que un tipo de personalidad no nos define ni tiene por qué condicionar nuestra vida, si nos damos cuenta de que se trata sólo de un programa mental, instalado a lo largo de nuestra vida, sí, pero que no define todo lo que somos en realidad. Como hojas secas, estos rasgos de la personalidad pueden secarse y caer con el tiempo. Y quizás broten otros nuevos si nos ocupamos de regarlos como conviene.
Todos podemos crearnos a nosotros mismos de nuevo. Tenemos la capacidad suficiente para deshacernos de la autoimagen que teníamos y a la que estábamos acostumbrados, pero que ya no sirve. Podemos ampliar nuestra perspectiva mental, aprender fórmulas nuevas, volver a florecer. Veamos cómo empezar.

Fuera la máscara
¿Por qué surge un hábito que luego se convierte en adicción? ¿Qué beneficios nos reporta? ¿Cuál es su intención positiva? Quizás nos permite mostrarnos ante los demás como una persona divertida, desinhibida, exitosa, alegre, pasota, ingeniosa, rebelde, seductora... Son muchas las máscaras a las que recurrimos para relacionarnos con los demás, para lograr ser aceptados y pertenecer a un grupo, una de las necesidades más fuertes que surgen en la adolescencia.
En esta época en la que comienzan a gestarse la mayoría de las adicciones, lo que nos mueve es huir del rechazo; porque, tal y como explica Joan Garriga en Vivir en el alma (Gestalt), "todo rechazo significa falta de amor, y toda falta de amor provoca malestar y sufrimiento". Gracias a nuestra máscara podemos esconder la timidez, camuflar el miedo, atrevernos a establecer una relación amistosa o sexual... En definitiva, tapar aquellos aspectos sobre los que nos sentimos inseguros, que no nos gustan o que nos hacen sufrir.
Pero llega un momento en la vida en que tenemos que reconocer que la adicción es también una máscara (o sostiene varias) que cumplió su función durante un tiempo, y atrevernos a quitárnosla, a iniciar el camino de la liberación.

Lo que pretendes ser
y lo que eres en realidad

Es necesario liberarnos del apego que tenemos a una identidad prefabricada, para poder, poco a poco, hacernos conscientes de lo que somos en realidad. Como explica Michael Brown (El poder de la presencia. Obelisco), se trata de ir de la pretensión a la presencia, de intentar conectarnos conscientemente con ese aspecto de nuestro ser que siempre está presente, que siempre se mantiene constante. Es decir, con nuestro ser esencial, en lugar de intentar convertirnos en alguien que no somos. Una vez más, se trata de desandar lo andado. Porque la meta no es cambiar, sino descubrir quién es uno en realidad.

Para ganar libertad
1 Reconocer la adicción y rendirte ante ella. Hacerte consciente de las máscaras que has utilizado para protegerte del dolor o para acercarte al amor (establecer relaciones de amistad, pareja, sexo).
2 Aceptarla. Ver que toda adicción tiene un propósito: hacerte reaccionar, darte un mensaje, sacudirte. Y ser consecuente con tus limitaciones físicas y psíquicas hoy.
3 Entender tu conducta. Son tus pensamientos los que te llevan a actuar de forma compulsiva. Conviene entender la programación a la que tu mente ha sido sometida a lo largo de toda tu vida (creencias, deseos, expectativas...).
4 Perdonar a los padres, a las personas que te han educado, a las parejas que te han hecho daño...
5 Sanar al niño interior que casi siempre permanece herido y asustado, o se siente débil y vulnerable.
6 Admitir la propia responsabilidad de cómo es ahora tu vida y cómo va a ser a partir de ahora.
7 Reconocer tus capacidades para reinvertarte. Cambiar la posición de víctima por la de héroe.
8 Decidir ser libre y comprometerte a crear una vida feliz siendo comprensivo y paciente contigo mismo.
9 Vivir el presente aprendiendo a desarrollar la atención plena.
10 Conectar con el ser interior practicando la meditación a diario.
11 Aceptar el dolor como parte de la vida, e integrarlo sin evadirte.
12 Conectar con el sentido de tu propia vida. Buscar la unidad humana a través de la ayuda a otros.

2 comentarios:

  1. Buenas
    por un lado decir que están bien las conclusiones, es de agradecer que no se pierda uno en muchas ideas. No sé si la receta es lo que se tiene que dar en un blog, pero a los que trabajamos en esto nos viene muy bien.
    Me cuestiono si un adicto o un familiar cuando acceda a esto que has escrito puede dar un paso hacia la libertad.
    Gracias
    MAC

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  2. Muchísimas gracias por este texto.
    Un abrazo.
    Vanessa.

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